Una actividad relevante durante la realización de una evaluación de riesgos consiste en conocer aquellas amenazas que pueden materializarse, provocando consecuencias negativas de mayor alcance, y que por lo tanto deben ser atendidas con mayor prioridad.
La complejidad se presenta cuando es necesario conocer cuáles riesgos deben ser atendidos primero, y sobre todo, qué parámetros deben ser utilizados para la asignación de prioridades. En este contexto, generalmente se utilizan dos enfoques para emitir una valoración: elementos cualitativos o cuantitativos (o bien, una combinación de ambos), que permitan determinar la severidad de los riesgos identificados y analizados previamente.